09 abril 2012

Veintiún días

Veintiún días


Veintiún días faltan para que se cumplan los dos años enteros que llevo sin escribir aquí, no hay explicaciones que valgan, y a la vez tengo todas las razones del mundo. Cuando escribes sobre lo que sencillamente te apetece, o lo que necesitas expulsar, te muestras tan indecorosamente sincera que asusta pero he decidido reconciliarme conmigo misma, con mis relatos y con mi experiencia de vida por dos motivos.


Todo se remonta a una tarde de domingo, en la que buceando por la más famosa red social que hay hasta el momento, espejo virtual en el que se cuelga el “yo deseable” de cualquiera de nosotros, rescaté este blog, y con él la voz y el pensamiento dormidos que despertaron al repaso de mi lectura y con ello todas las vivencias del pasado recobraron su vida y sentido. Es entonces, cuando brotaron las gotas húmedas, una por cada historia y su contexto. Es aquí, cuando la alegría me inundó, la escritura no muere, sólo lo hacemos las personas, algo obvio, que había olvidado. Y sin más fin que el que ahora escribo, que estas letras sobrevivan al paso de los años.

Los cambios de valores en nuestra sociedad me inquietan últimamente, habrá que pintar...