21 marzo 2013

Pensamientos de una noche con estrellas


Shhh!!!

Sunna!, como sigas irradiando tanta luz, nos van acabar descubriendo. ¿No podrías reducir la intensidad, al menos un poco?.También podías decirle a ese dichoso animal que nos acompaña que deje de rugir a cada paso. Es arrogante, pretencioso, y me mira de reojo. No le soporto, cada vez que le veo me da ganas de tomar todo el aire de esta isla y de soplar con mi flauta para que gire como una peonza alrededor de ella- kt kjkjk kjkj - rió descaradamente Odile.



A veces eres tan cruel, si no quieres estar aquí, recoge tus vientos, tu flauta, tu alborotada melena y márchate. Arcan, es mi compañero fiel, mi gran protector, en él encuentro todos los principios que rigen mi naturaleza, la fuerza, la valentía, el amor, la luz y sobre todo algo que te repele y que es inseparable a mi, el fuego.


Está bien Sunna! dijo el duende con su voz ácida como un limón, sabes que soy un poco maniático con ciertas cosas, pero viendo cómo le defiendes y lo que significa para ti no tengo más que decir.

Vesu ktjaodes- musitó Odile.

Odile!- exclamó tajante Sunna, no cambiarás, duende enigmático, celoso y gruñón, sino fuera porque tenemos algo que sólo juntos podemos cumplir, no estaría aquí. Somos tan diferentes.

Y son esas diferencias Sunna, por lo que estamos en este bosque de fantasías, ellas nos hacen complementarios, nuestras fuerzas se admiran y se enredan,  y nuestra dualidad unida, es la llave de entrada a cualquiera de los mundos que puedas imaginarte.

Sunna ante esa declaración de ley universal, no pudo articular palabra.


Más calmados que al principio continuaron por el bosque de las fantasias guiados por  luciérnagas chispeantes que se unieron a ellos. Todos buscaban incansablemente a Devala, la hada más bella, frágil y sensible de toda la isla. Devala era un hada pura, una criatura que amaba todo lo que veía, tanto que era un placer mirarla  y más aún, un delito hacerle daño.

Entre sollozos y con las alas rotas,  la encontraron acurrucada en un nido pájaros.
Las luciérnagas la tomaron por los brazos y su cuerpo esbelto quedo colgado a peso plomo en el aire.

Sunna, conmovida por tal imagen,  la tomó entre sus manos y expiró un rayo de sol, de amor, de luz que hizo brillar a Devala al momento. Sunna, le habló con el pensamiento y le trasmitió que tenía que entender su fragilidad y sensibilidad como una bendición de los Dioses, y que ningún mal, intencionado o no, podía hacerle sufrir tanto para que apagará su luz y belleza natural. A lo que, Odile, interrumpió,  práctico y ácido como acostumbraba, diciéndole "debes estar orgullosa de ese don Devala, pues  a través de esa bendición suprema,  puedes ver mundos, escenas, sentimientos que los demás no podemos acceder y muchas veces ni acariciar".

El sonido de la flauta de Odile calmó y reconfortó todos los ánimos. Y con esa música creada para los Dioses, todo se esfumó en el aire y tanto Sunna, la diosa del sol, Arcán el león, Odile el duende del intelecto, y Devala la bella y sensitiva hada, adoptaron sus formas humanas para continuar con sus cometidos.