08 diciembre 2013

Más amor que malicia

                                                         Jean Geef-Amour et malice                

24 noviembre 2013

El caso del detective Cornelius

Un mini cuento de fantasía para normalizar la discapacidad y para erradicar prejuicios
Eran las 7:30 de la mañana,   y el  sol  asomaba por  la villa de Troterlander,   con una sonrisa dibujada  en su cara y con sus brazos amarillos dirigiéndose a entrar por los ventanales de cada casa. Después de despertar  a cada  familia de la villa, el sol seguía su camino, extendiendo sus tentáculos  de luz hasta llegar a alcanzar el cielo.


Al mismo tiempo,  el  señor Cornelius ya tenía un ojo  ansioso de aventura abierto, el otro todavía descansaba, ignorando el grito desesperado del reloj como si no fuera con él.

Otra vez se había quedado dormido en su despacho, sobre su sillón de ramas y hojas, y  con el informe de la  gran investigación  que tenía entre manos, sobre su pecho.
La primera llamada del día, añadía la segunda  nota de música estridente a la mañana.
-Detective Cornelius al habla, dígame.

Sr. Cornelius soy Lilly, estoy revoloteando la zona norte del valle,  donde el riachuelo desemboca  en la cueva  de Lafoo y  he encontrado algo sospechoso
-Lilly!!! No me sorprende, siempre  adelantándote a la situación, pero  antes de nada dime,
¿Cómo va tu ala rota?
_Estoy muy bien jefe, desempeñando mi función con  más fuerza e ilusión que nunca.
_¡Me alegra saberlo!
Lilly atravesaba un momento delicado pues debía a acostumbrase a tener parte de su ala rota, pero eso no le había hecho perder un ápice de su belleza y de su olfato investigador.
_Cuéntame ¿Qué has encontrado?
_He encontrado  una parte de la estatua corona del Rey!
Oh no! La han destrozado!, exclamó Cornelius
Debo despertar a todo el equipo, debemos ponernos a trabajar ya mismo. Hay que descubrir quién ha robado la estatua corona de nuestro Rey.  ¿Quién  ha osado a cometer tal fechoría?
Nos han robado el símbolo de nuestro valle.
Araña Morgana, ¿estás despierta? te necesito en pié ya mismo.
- Le decía Cornelius  al hilo del teléfono. 
Sí señor,  si estoy, ¿no recuerda que me sostengo sobre ochos patas?
Si Morgana, perdona es una forma de hablar.
Dígame señor_ ¿Qué tengo que hacer?

Debes rastrear todas y cada una de las cuevas que hay en Troterlander, en especial cueva Maona. Plas, plas , plas ,  aplaudía con emoción la araña Morgana, allá voy mi capitán. 
Resolveremos el caso!
La araña Morgana, era la investigadora más coqueta del equipo. Cada vez que emprendía una investigación, se acicalaba con un traje negro muy ajustado  y unos pendientes brillantes, que completaban su vestimenta, posiblemente  lo hacía para alejarse de la fama injusta de malvada que le precedía, de picadora nata y de tener pocos amigos,  Morgana luchaba contra eso y quería alejarse de todos aquellos prejuicios que le hacían sufrir. Sólo quiénes realmente la conocían, sabían  que  eran habladurías.
Cornelius colgó el banánafo,  y girando su sillón de hojas y ramas, en señal de que la investigación marchaba, se llevó  un susto que le hizo precipitarse al suelo,  y desde allí tumbado, gritó Pepita! Pero qué susto me has dado! soy un gusano ya mayor para estas cosas! mayor y guapo, soy el detective Cornelius, ejem ejem, dijo con actitud de galantería y voz profunda mientras se sacudía la gabardina.
A la mosca no se le había ocurrido mejor idea que mostrar  su ojo saltón por la ventana trasera del despacho de Cornelius. Con razón al pobre, se le había puesto su corazón  de gusanito a mil por hora.

Te iba  a llamar Pepita… lo sé mi capitán Cornelius, pero  estoy ansioso por demostrarle al valle que pese a tener los ojos en  los extremos, soy capaz, me siento capaz de colaborar en esta investigación y de aportar gran valor.
Contésteme una pregunta, ¿Qué habitante de Troterlander,  es capaz de  saber lo que sucede al  mismo tiempo a la derecha y  a la izquierda?
Pues nadie como tú, Pepita.
Ring , Ring, Ring
Espera un momento.
Cornelius descolgó el banánafo  ¡Qué bueno saber noticias tuyas, Morgana!
Señor, estoy  a las puertas de  la cueva Maona, no doy crédito.
¿A qué? Interrumpió taxativamente Cornelius.
He oído los coletazos de Lafoo,  no me fío de ella.
Cornelius, intentando mantener la calma, dijo, muy bien Morgana, continua así y ten mucho cuidado, Lilly está merodeando la zona, le pediré que te de refuerzos.
De acuerdo señor.
Acto seguido Cornelius  colgó  y dirigió su mirada a Pepita para continuar…
Pepita,  ya  lo has escuchado…
Confías en tus capacidades  y les das el valor que merecen,  vuela con tu cuerpo, y atraviesa la aldea con tu visión panorámica hasta llegar a cueva Maona.
Casi no le dio tiempo a terminar la frase. Pepita ya se había esfumado.
Y allí, se reunieron, Lilly, Morgana y Pepita,  a las puertas de la cueva.  Cornelius coordinaba la operación y les arropaba desde su despacho.
Los tres investigadores entraron  en la cueva  cubriendo toda la entrada, aunque se repartieron en diferentes direcciones. Lefoo era la  serpiente más vieja de todo el valle,  era una vieja conocida de Troterlander, por sus malas acciones y su ansia de poder había quedado desterrada a una cueva  oscura y fría llena de malos deseos.
El instinto detectivesco de Morgana, le hizo escoger el camino más estrecho de la cueva, el ruido de su andar y  un goteo constante de agua, era lo único que se oía.
La araña Morgana se inmovilizó cuando noto la respiración de Lefoo detrás suyo. Se giró y ahí estaba, la vieja serpiente con la Corona del rey de Troterlander puesta.
Quítate la Corona.  Lefoo, no me hagas repetirlo más veces.
No.
Esta corona me pertenece siempre fue mía, y sólo mía,  espetó Lefoo.

Ante tal previsible negativa, Morgana con sus ocho patitas  y su esbeltez se abalanzó encima de la serpiente, cogió la corona y salió disparada, corrió, corrió sin mirar atrás, bueno salvo una vez, pues tenía la sensación que ya no le seguía y ¡Eureka! Lefoo se había quedado atrapada en una de las vías de la cueva!
La araña silbó  para reunir a sus colegas, tenía la corona de la hormiga león, el rey de Troterlander, entre sus patas, e iba a ser devuelta al  lugar de donde nunca tenía que haber salido.
Sí,  el rey del valle al que se le rendía homenaje era la gran hormiga león, y demostró que  el tamaño, la condición, y las diferencias entre los seres vivos no son significativas ni determinantes  para poder  gobernar  con talento  y para que su pueblo le tuviera tanto afecto.
…. y así Morgana, Lilly, y Pepita demostraron que eran insectos normales como los demás  habitantes del valle pero al mismo tiempo únicos y especiales por sus características. Todos  tenían un factor común denominador, confiaban en sus capacidades para llevar a cabo su trabajo, fuera de prejuicios de su entorno y haciendo de la adversidad  una oportunidad para crecer.
Cornelius , Lilly, Morgana y Pepita  habían devuelto al valle algo más que una corona. Habían devuelto un símbolo de paz, de unión, de respeto, de amor a todos los habitantes,  y lo habían hecho como no podía ser de otra manera,  JUNTOS.
FIN






23 agosto 2013

En un lugar de las montañas

Si has llegado hasta aquí, me gustaría compartir una vivencia de esas que marcan para toda la vida. Hace unos días conocí en un lugar de difícil acceso, diminuto y remoto rodeado de montañas imponentes, a un hombre llamado Juan José, alguien que ya era especial desde que inspiró su primera bocanada de aire.

Ese buen día de verano en el que las nubes encapotaban al cielo, y las campanas colgadas al cuello de las vacas se oían de fondo, tuve la oportunidad y la gracia divina de conocerle.

Mi primer gracias para ti, la persona que has hecho posible este encuentro.

Con cierto nerviosismo sano por conocerle, alimentado tras varias conversaciones sobre él, y con frases que hacían eco como “ Juan José es una persona a la que hay que conocer" esperábamos su llegada. Él no se hizo demasiado esperar, abrió la puerta despacio y asomó por ella, después de realizar religiosamente sus quehaceres en la hornera.

Una sonrisa anciana, y una estatura esperada, fue lo primero que vi, una piel tersa de color maíz tostado, asombrosa para sus 94 años, sus manos eran grandes y estaban algo deformadas, al igual que sus piernas arqueadas, por el castigo ineludible de los años y por el trabajo duro en el campo.

Campos de ensueño con olores innatos de naturaleza salvaje, que le han dado el cobijo necesario en algunas ocasiones y la libertad ansiada en otras.

Su presencia... cómo describirlo, era absolutamente increíble.

¿Por qué él es tan especial? Juan José es sordomudo, y no ha conocido más tierra que la que le vio nacer. Se podría decir que es un lugareño de pura cuna, que sólo ha divisado un horizonte.

Alguien con estas características, nacido en otro tiempo, en un pueblo mágico en algún punto del Norte de España, y desplazado por imperamento social a ser el último de la fila en muchos sentidos y ámbitos, se puede intuir que no ha tenido una vida fácil. Ni él, ni muchos, muchísimos como él.

Sin ahondar más en esta tristeza, que se engrandezca la belleza de su voz y oído, sentidos dormidos. Sin profundizar en su vida pasada, que sea bienvenido su presente, que él atrapa como ninguno. Sin escarbar en lo que pudo haber sido, que sea celebrada su alegría natural. Sin reprochar los designios superiores, demos gracias por tener personas maravillosas como Juan José que si le tiendes la mano juega contigo al corro de la patata, se vale por sí mismo, hace cestas bicolores con ristras de ajos alucinantes, duerme en cuevas al refugio único de las estrellas.

Y va a ser cierto que este lugar cura y engrandece el alma.

Mi última palabra Laura, es para ti, bien grande, alta, hermosa GRACIAS por ser como eres con él.




11 agosto 2013

Viena 1800

La melodía sonaba vibrante en toda la Iglesia St. de John the Baptist, tanto que las notas de alegría y elegancia me invitaron a entrar. En el púlpito, encontré a un hombre canoso, amable, y como era de esperar, amante de la música. Podía llamarse Charles o William, también Robert y tener una esposa, al que le presupongo, llamada Margaret. Aunque yo, prefiero recordarle como el pianista de la Iglesia de Hove.

Satisfecho porque nos habíamos sumado varios espectadores más, los tímidos aplausos del principio dieron paso a palmadas que iban “in crescendo".

Me percaté que sus dedos dibujaban surcos de vejez y de compostura británica, dedos largos y finos, todavía ágiles, que acariciaban el piano y el órgano de forma prodigiosa.

A medida que el concierto se desarrollaba, el tiempo se detenía.

Sin esperarlo, nos encontramos envueltos en un áurea musical y espiritual magnífico, de la mano de Haydn, Mozart, Schubert y Beethoven.

Entonces pensé, cómo seria la Viena de 1800,  no me hizo falta entrar en la máquina del tiempo porque ya estaba allí, rodeada de montañas y colinas que albergaban en sus mantos largas temporadas de nieve y de frío, que se dejaban ver en la población en forma de fiebres altas y estornudos.

Ciudad testigo del encuentro de  las dos Europas, la oriental y la occidental.  Calles inmaculadas, a la tregua de inundaciones, tabernas, hervideros de ilusión, de teatro y de poesía. Ciudadanos artesanos, hortelanos, burgueses, nobles y reales, con gusto por la música y por las aficiones de Palacio, mujeres de tez blanca, con mejillas sonrosadas por el buen vino, cultivadas en educación musical e instruidas en el lujo, envueltas en los manjares del amor, mujeres conquistadas a orillas del Danubio.

Viena, sublime.

Marta Martín :*




10 agosto 2013

Un paseo por las nubes

He visto desde el cielo, la sombra de las nubes reflejadas en el mar. Al escribirlo me he acordado de ti. Desearás que termine mis palabras, leyéndotelas  y mirándote a los ojos con la misma intensidad de siempre, deseando que salgan de mi boca, para pensarlas y preguntarte por ellas, pero éstas que tengo aquí delante, no se piensan, sólo se sienten.

Dueña única de mis palabras, no puedo dejar de pensar que la pureza es así de sencilla, tanto como este punto que aquí termina.

Marta Martín :)



03 agosto 2013

Naranjas

Tomaste con fuerza el hilo blanco y en sus dos extremos estabas tú, a la izquierda palabras de azúcar, se escapaban de tu boca líquida y cabeza insegura, tontas enamoradas levitaban en el aire.

El hilo se inclinaba hacia la derecha, de él pendían unas naranjas hermosas y amargas que bailaban misteriosas al antojo del destino.

Agridulce sabor la de su confitura, me acordé que ya apenas te recuerdo. Naranjas amargas, travesura del sol, rico sabor. Fiesta de olores, locura de pasiones inconfesables.

Tu aroma me sabe a naranjas.



Marta Martín :)







09 julio 2013

El caleidoscopio de Carlota

"Carlota la que flota"

Esta era la frase que escuchaba Carlota todos los días, aunque a ella parecía no importarle, en el fondo contenía la risa dignamente, para no denotar su carácter ante sus compañeros. Ella, que era de espíritu inquieto se burlaba de ellos, sacándoles  la lengua al tiempo que arrugaba la nariz. Una nariz que era como un tobogán.

Se podría definir a Carlota, como la pipi calzas largas moderna, salvo tres rasgos que le hacían auténtica y única, su tono de pelo era caoba, portaba unas grandes gafas amarillas con forma  de corazones  y no era tan delgada como pipi, lo que dejaba ver unos lustrosos mofletes que invitaban a pellizcárlos.





Carlota, tenia 9 años, y guardaba con mucho mimo un objeto que hacía las delicias de sus fantasías. Un caleidoscopio, que le regaló su abuelo Mateo. Su querido abuelo Mateo.

Sentada, al filo de la cama, con las manos escondidas bajo sus piernas, recordaba el día que su abuelo se lo regaló.

_Carlota, ¿sabes lo que tengo entre las manos?
_ No lo sé abuelo... ¿un catalejo?
_ No, exactamente, aunque por su forma podría ser. Cilíndrico, alargado, se utiliza de la misma forma,    y ambos dos sirven para ver realidades. Pero a ver si sabes responderme, ¿en qué se diferencian Carlota?
_ Uhm...
_ Verás...El catalejo permite ver de cerca objetos lejanos y el caleidoscopio, permite acceder a una realidad de colores jamás nunca vista. Cuando utilizas el caleidoscopio, el tiempo y el espacio no existen, el movimiento y las formas son tan bellas, que no puedes dejar de mirarlas.




Me gustaría Carlota, que algún día, cuando yo parta, y no puedas recurrir a mi para contarme tus pequeñas y grandes cosas, cojas el caleidoscopio, palpes el papel blanco que lo recubre y poses tu mirada en él. Mira, y atrévete Carlota, y no dejes que tus sueños se conviertan en grises, deja que los colores y las formas los bañen.

Abuelo, ¿por qué el papel pintado está en blanco? Mi querida nieta pizpireta, porque te corresponde a ti pintarlo.

Come como siempre. Ama como nunca. Reza eternamente. Y cuando te sientas desorientada, asómate al mundo.

Y Carlota, así lo hizo, asomó de nuevo sus manos,  y se dirigió a coger el caleidoscopio, lo tomó dulcemente y empezó a girarlo. La magia brillaba con luz propia en el cuarto de la pequeña Carlota.


PD: un guiño para la palabra caleidoscopio, tan única que no tiene sinónimos.


Marta Martín


01 julio 2013

Equinoccio

Quiero cogerte pero si lo hago me abraso, salto fuerte para tocar tus puntas de hilo dorado que serpentean dibujando en el aire palabras de certeza.

Eres único, al reír y arder al mismo tiempo, Lorenzo si te probara...sólo un pedazo de ti me bastaría para saber que eres miel de oro, que al roce de tu esplendor y al movimiento de tus cabellos,
emanan de ti  reflejos de color cereza que me hacen levitar, pero dile al viento que sople y que me diga quién eres.

ffsfsffsffsfs....el Sol

Eres misteriosa, y guardas secretos que tu cara delata. Eres plata. Creo que me guardas, cuando me sumerjo en la profundidad de la noche oscura de mi alma .

Quién eres? Dile a las estrellas que lo reflejen en el cielo.

Soy Catalina, la Luna*

¿Por qué nos buscas?

¿Recuerdas los pasos del baile perfecto del día y la noche en el equinoccio?.

Tú sol y tú luna, enredados en el cenit de vuestro amor, en el albor que no perece jamás, hacéis ambos dos, debate, poesía y locura de mis pasiones.

23 junio 2013

La isla prohibida

En la isla prohibida, el tiempo tal como lo conocemos no existe. Es el paraíso de las delicias, un lugar de difícil acceso, rodeado de flores salvajes, flores de pájaro y de fuego, que se abren al crujido de tus pasos. Las hojas no son naturalmente verdes, esas hojas de la isla, son delirios de belleza, vestidas de piel de pavo real, galantes, erguidas que responden y coquetean al estímulo de tu presencia.


El cielo del paraíso, es algo indescriptible, recuerdo cómo susurrabas al aire sus colores y decías suavemente: amarillo la  realidad, azul la vida, violeta el sueño, el paraíso existe, es esta isla prohibida.



El agua, es trasparente y fluye ligera y calmadamente por los recovecos y escondites de esta isla. La imagen es permanente. ¿Por qué te gusta reflejarte en el agua? Líquido que me despierta, gotas que se escurren entre mis dedos y dejan mis manos húmedas. No te secas nunca.





Las voces de la isla no son más que las propias de un paraíso verde, el remanso de paz no se rompe al canto de ningún animal. El sonido es placentero, aquí, puedes atraparlo y ponerte la melodía que más te guste en el oído y esperar con atención sus palabras. El sonido te habla.




La temperatura es aquella que nos hace sentir bien, es cálida como la brisa que ayuda a las nubes a descender hasta la manta de arena. Una vez sobre ellas, descansamos la cabeza, el corazón, el cuerpo, y descubrimos el sentido de flotar con levedad.

Desde la isla no se divisa ningún horizonte, ni a babor ni a estribor, en proa tampoco, quizás porque la isla prohibida es el mismo horizonte.




Este sueño impenetrable no es único, existen tantas islas prohibidas como mentes dispuestas a crearlas.
Sólo hay una llave que abre tu isla y dos viajeros que saben cómo hacerlo.



Si crees, aunque no la veas, que tienes tu propia isla prohibida, recuerda que el acceso no es sencillo, pero un paraíso repleto de vida te espera.

Suerte en este viaje que promete ser maravilloso.

Marta Martín








30 mayo 2013

El silencio también habla




El vaho salía a bocanadas de la nariz y de la boca de Frederic, esto no era un hecho extraño, pues el lugar que le había visto nacer Oymyakon, situado al noroeste de Rusia, era considerado, el lugar más frío de la tierra.


El rubio ceniza del cabello de Frederic conjugaba a la perfección con sus ojos castaños. Descendiente de una larga saga de obreros polacos, sus padres, Galya y Stanislav, podían con mucho sacrificio, costearle su educación. La cual desaprovechaba día tras día, pues en clase oía murmullos donde había palabras, y veía globos de colores, en el lugar en el que había profesores.

Un día Frederic envalentonado, se dispuso a preguntar a la encorsetada señorita Uranoska, tan dura, que su presencia hacía de cualquier garganta un  nudo bien amarrado, su mano le temblaba aún teniéndola levantada y su voz todavía inmadura también. Expectante estaba la clase, cuando titubeó “Señorita hurón" todos los niños se rieron al unísono, primero a carcajadas y luego al ver la expresión descompuesta de la señorita Uranoska, las carcajadas cedieron el protagonismo a los fantasmas, a los que estaban acostumbrados. 


Frederic no se atrevió a preguntar nada nunca más.

Ese pequeño tropiezo, su casi mudez natural y el desinterés por los estudios, marcaron su trayectoria en el colegio público Koyta.

Asumió que era diferente y por qué no decirlo, se sentía peor al resto de los niños de la clase de primero, de segundo, de tercero, y así, hasta que el colegio terminó. No le unía nada a ellos, porque... él se sentía feliz conduciendo un
sidecar entre las nubes.

De esta manera, se fue retrayendo cada vez más y más, pero todo lo que llevaba dentro, no. Se sometía a grandes luchas, en el que los guerreros eran: la incomodez y timidez exponencial que sentía al hablar y los deseos latentes que vivían en él, desde que tenía uso de conciencia.

Una mañana se levantó, apoyó sus dos pies en el suelo, al mismo tiempo que crujía la madera de su casa, se dirigió al espejo y quedándose paralizado delante de él, en silencio absoluto, empezó a gesticular, y sus manos daban forma a sus pensamientos y sus expresiones faciales eran poesía en movimiento. El silencio hablaba y adquiría sentido por primera vez.

Practicó, y lo hizo intensamente, ganando de una sentada, todo el tiempo que había perdido. Frederic por fin, había experimentado al mimo que llevaba dentro. “Soy un mimo, un mimo real", se repetía incrédulo, mirándose las manos.

Frederic no dio el salto a ningún trabajo calificado de “digno". Tampoco quiso trabajar en la panadería del íntimo amigo de su padre, el Sr. Porowski.

Fred, empezó a vivir, y a vivir de verdad, su alma expulsaba mariposas cuando se perdía en las calles de su ciudad, y trabajaba como mimo. Sacaba sonrisas de medio lado a los paseantes, con mucho respeto y con una cuanta escarcha en las cejas, regalaba flores a las mujeres e imitaba con gracia, la masculinidad de los hombres.

Frederic, se sintió pleno cuando alcanzó su sueño de ser mimo, un sueño confuso que se mostraba en su cabeza una y otra vez, en forma de imaginaciones y paseos por las nubes, algunos hurones y gran cantidad de globos, globos de múltiples colores.

Que no sea la palabra una dictadura para comunicarse, y que sea el cuerpo, el vehículo universal de expresión. La mudez, es signo de palabras interiores, de mundos significativos y apasionantes para detenerse en ellos, porque el silencio también habla. 

Sean las palabras, de carbón o de almíbar, condena de quién las dice, delicias o pesares de quién las escucha. 


Marta Martín



19 mayo 2013

Retorno Tribal



Habían pasado muchos años, pero había decidido regresar. Era curioso pero Athu no había podido olvidar el olor natural de Tanzania.

Desde el momento que tocó tierra  una felicidad vibrante se apoderó de él haciendo sombra a su lógico estado de nerviosismo,  los miembros del poblado le recibieron al  ritmo de cánticos profundos y alegres, y los niños salieron a su encuentro riéndose y gritando, el reflejo de la luna brillaba en sus ojos y sus corazones celebraban enérgicamente su llegada.

Ztonu, Okapa, Wamba se dirigieron a él, como el guepardo lo hace hacia su presa, pero justo antes de abrazarle se quedaron paralizados al ver lo que había crecido. Estaba mucho más mayor que la última vez que le vieron, algo natural que no dejaba de sorprenderles, se había convertido en un hombre, con el mismo encanto blanco que siempre.

Athu, estaba abrumado por tan caluroso recibimiento, y casi sin poder caminar por sí sólo, fue balanceado hasta la casa de Babacar, el anciano jefe de la tribu.

La temperatura dentro de la cabaña había descendido unos grados, y la oscuridad de la noche se dejó notar dentro de la casa del anciano.

Athu se arrodilló delante de Babacar quién tomo sus manos blancas, pintadas de pecas de color canela,  y con la sabiduría que le había dado los años, pronunció:

"Welkom by jou huis weg Athu moes verlaat vir die kragtige nie jou eienskappe vir rituele, maar ons het nog nooit vergeet nie, jy is my seun en broer by jou broers en susters. Jou vel is 'n kombers geseën."

"Bienvenido a tu casa Athu tuviste que marcharte lejos para que los poderosos
no utilizaran tus atributos para rituales, pero nunca nos hemos olvidado de ti, eres mi hijo y eres hermano de tus hermanos. Tu piel es una manta bendita"

Athu no pudo mediar palabra, pues aunque habían pasado muchos años y la salida del poblado se  había producido de forma violenta siempre sintió que seguía conectado a su gente, no hacía falta verles, tocarles, ni estar físicamente allí, para saber que había un hilo de seda que los unía a miles de kilómetros de distancia.

La celebración era inevitable, y la noche en aquel lugar de Tanzania, se vistió de drumbs y djembés, de saltos, de palmas, de sonrisas, de gritos al aire que se extendieron a velocidad del rayo por toda la selva, Athu y Wamba, entraron en el centro del enérgico circulo, agitándose como nunca lo habían hecho, saltaban todo lo que podian expresando que la valentia habia ganado al miedo.

Athu había crecido física y emocionalmente, su piel era perfecta, de pelo rubio y ojos enigmáticos que le hacían sencillamente único,  pero lo que verdaderamente le hacía especial era la valentía de volver a su tierra sin miedo, seguro de sí mismo, y con la fuerza suficiente para enfrentarse a cualquiera.

Y volvió, volvió para quedarse en el África de sus sueños.



12 abril 2013

La urbanita vintage

Esbelta y también curvilínea, enreda todo lo que puede, lleva la travesura por castigo y también, una taza de café, recuerdo de Inglaterra, en la mano.

El pelo alborotado y la sonrisa es lo primero que se pone al levantarse. Es una auténtica chica urbanita montada a lomos de su moto recorriendo la ciudad de un lado a otro. La sensación que más le gusta, es la de sentir como el viento le golpea en la cara, esa carita de azúcar que al sol se vuelve caramelo.

Disfruta como ninguna, de todo lo que entrama un poco de aventura y de emoción. No necesita ir a la última, ni pasar la tarjeta de crédito con frecuencia pues no es especialmente caprichosa, tanto le importa la moda que puede combinar dos calcetines elegidos al azar o mejor aún, ir sin ellos, dándole a su estilismo un toque de naturalidad asombrosa.

Ella, que vive más despierta que dormida, nunca se imaginaría que puede ser la perfecta protagonista, porque su versatilidad hace que disfrute con cualquier plan que caiga en sus manos, sube montañas saltando de roca en roca, y si me apuras, también las salta cantando, coge su bici dirección donde el viento la lleve, corre, baila, grita, sale, sueña, porque todo le resulta apetecible, y lo hace, con la melena perfectamente descolocada y con grandes dosis de carcajadas.

Es la personificación de las ganas de vivir. Algún día te contaré quién eres.








31 marzo 2013

Picasso en mi mirada

Pensando en tu última obra, otra vez la imaginación se adueñó del arte.
De fondo los acordes de guitarra de tu tierra malagueña acompañaban el final del principio.

Artista cubista, hacías que las formas rectas fueran aire nuevo,
creador influenciado e influyente,
cabeza avanzada y corazón hambruno, manos de genio que consiguió sus sueños.

Los azules solitarios y melancólicos precedieron a los rosas, dulces y parisinos, tanto como la mujer que te despertó.

Buscando tu identidad, te encontraste los contrastes, fuente de locura y de inspiración, desde la naturaleza muerta al amamantamiento.

Y es que la vida son mujeres, la vida son hombres, la vida es política, la vida es ... ¡la vida es pintura!

Hay algo en tus obras que el ojo humano no puede ver.

¡Pinta! Picasso ¡pinta! y dime si el arte es la mentira que nos permite comprender la verdad.

21 marzo 2013

Pensamientos de una noche con estrellas


Shhh!!!

Sunna!, como sigas irradiando tanta luz, nos van acabar descubriendo. ¿No podrías reducir la intensidad, al menos un poco?.También podías decirle a ese dichoso animal que nos acompaña que deje de rugir a cada paso. Es arrogante, pretencioso, y me mira de reojo. No le soporto, cada vez que le veo me da ganas de tomar todo el aire de esta isla y de soplar con mi flauta para que gire como una peonza alrededor de ella- kt kjkjk kjkj - rió descaradamente Odile.



A veces eres tan cruel, si no quieres estar aquí, recoge tus vientos, tu flauta, tu alborotada melena y márchate. Arcan, es mi compañero fiel, mi gran protector, en él encuentro todos los principios que rigen mi naturaleza, la fuerza, la valentía, el amor, la luz y sobre todo algo que te repele y que es inseparable a mi, el fuego.


Está bien Sunna! dijo el duende con su voz ácida como un limón, sabes que soy un poco maniático con ciertas cosas, pero viendo cómo le defiendes y lo que significa para ti no tengo más que decir.

Vesu ktjaodes- musitó Odile.

Odile!- exclamó tajante Sunna, no cambiarás, duende enigmático, celoso y gruñón, sino fuera porque tenemos algo que sólo juntos podemos cumplir, no estaría aquí. Somos tan diferentes.

Y son esas diferencias Sunna, por lo que estamos en este bosque de fantasías, ellas nos hacen complementarios, nuestras fuerzas se admiran y se enredan,  y nuestra dualidad unida, es la llave de entrada a cualquiera de los mundos que puedas imaginarte.

Sunna ante esa declaración de ley universal, no pudo articular palabra.


Más calmados que al principio continuaron por el bosque de las fantasias guiados por  luciérnagas chispeantes que se unieron a ellos. Todos buscaban incansablemente a Devala, la hada más bella, frágil y sensible de toda la isla. Devala era un hada pura, una criatura que amaba todo lo que veía, tanto que era un placer mirarla  y más aún, un delito hacerle daño.

Entre sollozos y con las alas rotas,  la encontraron acurrucada en un nido pájaros.
Las luciérnagas la tomaron por los brazos y su cuerpo esbelto quedo colgado a peso plomo en el aire.

Sunna, conmovida por tal imagen,  la tomó entre sus manos y expiró un rayo de sol, de amor, de luz que hizo brillar a Devala al momento. Sunna, le habló con el pensamiento y le trasmitió que tenía que entender su fragilidad y sensibilidad como una bendición de los Dioses, y que ningún mal, intencionado o no, podía hacerle sufrir tanto para que apagará su luz y belleza natural. A lo que, Odile, interrumpió,  práctico y ácido como acostumbraba, diciéndole "debes estar orgullosa de ese don Devala, pues  a través de esa bendición suprema,  puedes ver mundos, escenas, sentimientos que los demás no podemos acceder y muchas veces ni acariciar".

El sonido de la flauta de Odile calmó y reconfortó todos los ánimos. Y con esa música creada para los Dioses, todo se esfumó en el aire y tanto Sunna, la diosa del sol, Arcán el león, Odile el duende del intelecto, y Devala la bella y sensitiva hada, adoptaron sus formas humanas para continuar con sus cometidos.

11 marzo 2013

De sangre torera y flamenca

De sangre torera y flamenca

Y así el torero, enfundado en su traje, se disponía a entrar en la plaza, con ese porte real que le hacía tan majestuoso, a paso lento pero seguro, regio y bien esculpido, santiguándose en las cuatro direcciones cardinales antes de entrar en el albero, estaba revestido de la mayor de las valentías que jamás había visto. Su dignidad  y nobleza dejaban perplejo a cualquiera. Al compás de los cajones, un, dos, tres, un, dos, tres, empezó el baile con el toro, un matrimonio complicado, tortuoso pero tan intenso y  tan puro que no había emoción igual en la tierra.

Ya era tarde y la lucha por la nobleza y por la dignidad había dado comienzo. La simbiosis fue tal, que el público a cada faena aplaudía entusiasmado, el torero y el toro se enfrentaban a la corrida de su vida, y la tensión y la emoción se palpaban en el tendero.

Ambos exhaustos y absortos, a vida o muerte, torero y toro, noche y día, sol y luna, hombre y mujer. Fue el torero valiente, a golpe de capotazo, quién ganó la afronta al toro, que aunque fiero y sentío por naturaleza no luchó hasta el final para ganar el alma de su torero.




Al ver que las fuerzas del toro empezaban a fallar y que estaba dejando de luchar y de ser bravo, causó en el torero la cornada más punzante e hiriente de su trayectoria. Con él, mirándose a los ojos, como siempre se habían comunicado y amado, y marcando el paso más débil que al principio, cogió su montera, la levantó mirando al cielo y se desprendió de ella. 

El toro quedó prendido en el suelo, todavía respiraba y había recibido una lección de dignidad que nunca podrá olvidar.

Al chasquido de los dedos del torero, los mozos acudieron al maestro, quién había pedido que le cortarán la coleta. Y así con grandeza y señorío, una coleta de color arena plaza quedó tendida junto al toro para siempre.